Fiona, la ictiosauria que murió embarazada, revela detalles de la vida en una edad del Cretácico desconocida

Un investigador con Fiona en el Museo de Historia Natural Río Seco

Raquel Sáez

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Los ictiosaurios, unos grandes reptiles marinos con aspecto de pez y delfín, eran los grandes desconocidos del Hauteriviano, un período del Cretácico Inferior. Pero la aparición de un fósil de uno de estos animales ha cambiado por completo el conocimiento y la información que se tenía hasta ahora. Los científicos lo han bautizado como Fiona y ha ayudado a entender su comportamiento y el entorno donde se movían, según los resultados de un nuevo estudio de un equipo internacional publicado en el Journal of Vertebrate Paleontology.

En 2022, los investigadores excavaron 87 esqueletos de ictiosaurios en el glaciar Tyndall del Parque Nacional Torres del Paine, en la región chilena de Magallanes. Sin embargo, muchos de ellos estaban incompletos. Solo uno resistió de manera excepcional uno, Fiona. 

De acuerdo con el estudio, se trata de un ictiosaurio de 3,3 metros de largo que murió al estrellarse con el hocico contra el fondo marino y fue rápidamente enterrado por sedimentos. Esa fatalidad ha sido clave para su conservación: no solo se ha conservado su esqueleto al completo, sino también el de su bebé nonato que albergaba, junto con los restos de su última comida.

La única ictiosauria preñada completamente preservada

Fiona es la única ictiosauria preñada completamente preservada y excavada en Chile y es la única ictiosauria preñada conocida del Hauteriviano. Por tanto, sus restos ofrecen sin quererlo una visión detallada de la anatomía de los ictiosaurios, un depredador marino de alto nivel que se asemeja a un delfín actual.

La datación isotópica de alta precisión determinó que Fiona tenía 131 millones de años, un punto en la historia de la Tierra en el que Sudamérica experimentaba grandes cambios, siguen los investigadores. 

Basándose en cómo se conserva Fiona en la roca, los investigadores determinaron que su hocico se hundió unos diez centímetros en la arena al impactar contra el fondo marino. Además, la roca muestra indicios de que este ejemplar podría haber sido arrastrada por un flujo masivo de sedimentos durante un deslizamiento submarino.

El estado del feto también da pistas sobre la forma de reproducción de los ictiosaurios. Sospechan que daban a luz crías vivas. En el caso de Fiona, los investigadores creen que el feto se encontraba en sus últimas etapas de desarrollo y estaba en posición de nacer. Otros hallazgos significativos dentro del fósil incluyen un conjunto de pequeñas vértebras de pez dentro de su caja torácica, que los científicos interpretan como su última comida.

Ahora, quieren indagar en el entorno por el que se movían estos animales. “Estamos realizando diversos análisis geoquímicos para comprender al máximo el entorno de esta cuenca oceánica en aquel momento”, explica el coautor del estudio y profesor asistente en la Escuela de Geociencias Jackson de la Universidad de Texas en Austin, Matt Malkowski. Y también trabajan “para determinar si se trata de un evento único o de varios, y cuáles fueron los desencadenantes”. 

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