Con sólo 23 años, la atleta ucraniana Yaroslava Majuchik es toda una estrella en su maltrecho país después de batir el récord mundial de salto de altura que la búlgara Stefka Kostadinova ostentaba desde hacía 37 años. Lo logró el pasado julio con un salto de 2,10 metros, una gesta a la que sumó el oro de la especialidad en los recientes Juegos de París.
La fama de Majuchik, adulada por Zelenski, es también consecuencia del hábito de echar siestas entre salto y salto durante las competiciones, costumbre que quizá explique el interés de la saltadora por Salvador Dalí, y que la llevó a visitar recientemente el museo del artista catalán, “un espacio con tanto surrealismo que solo tienes tiempo para fotografiar y disfrutar”. Majuchik se fotografió sentada sobre el conocido sofá con forma de labios, lanzando un beso a su medio millón de seguidores, junto a otras imágenes del museo de Figueres que, con su impronta surrealista, tal vez ayude a comprender el sinsentido de la guerra que azota Ucrania.